Las Antiguas Caravanas de la Plata

Las antiguas caravanas de la Plata

A tener presente:

  1. Las citas – de este escrito – van en español antiguo, no es menester – nuestro – el procurar escribir mal o con faltas de ortografía, es decir, siempre nos ceñimos a la lengua de Cervantes y Saavedra ¿Capito?
  2. Para realizar una crítica, procurar leer todo el escrito ya que, hay veces que vuestros reparos, van inmersos en la crónica.
  3. Los escritos pueden resultar extensos porque tratamos de ceñirnos al escrito del autor. Nuestras disculpas a quienes buscan un breve resumen, cosa que no encontrarán en nuestras páginas.
  4. Todos tenemos un punto de vista en lo que respecta a la historia y todos ellos son respetables, siempre y cuando se emitan con el debido respeto.

Nos dice Don Rodrigo Castillo del Castillo y Castillo Tapia que, desde hace ya tiempo atrás, que se escuchan a muchas voces diciéndonos que los conquistadores españoles no hicieron daño a las poblaciones indígenas, y fueron un gran aporte civilizatorio en los territorios de Sudamérica.

No obstante, el cronista potosino Bartolomé Arzáns (1676-1736) nos relata que, cuando alguien llevaba plata de Potosí a España, “a la verdad, sangre, sudor y lágrimas de pobres es la mayor parte de lo que llevaba”.

Y, ¿por qué decía esto? Bueno, porque es una indiscutible verdad.

La historia.

La industria minera de la plata causó grandes daños a la población indígena, pues indígenas eran quienes realizaban los trabajos, algunos tan peligrosos como la extracción del azogue (mineral de mercurio) en las minas de Huancavelica (Perú), de igual manera su transporte al puerto, la descarga y almacenamiento en Arica, su traslado a Potosí a lomos de llamas y su utilización para la extracción de la plata. Todas estas tareas las realizaban los indígenas sin protección alguna, sufriendo tanto ellos como la propia ciudad de Arica los efectos de la permanente y mortal contaminación por mercurio.

“De consideración de este escribano quién no sabía del tema del Mercurio en la extracción de la Plata:

¿Cómo se utiliza el mercurio para extraer plata?

La base de este procedimiento fue la utilización del mercurio o azogue, que era mezclado con la plata molida y depositado por unos dos meses en grandes patios. Esta mezcla o amalgama luego era lavada y fundida, obteniéndose plata más pura y recuperándose parte del mercurio, que volvía a ser utilizado”

Sigue el escrito:

Se transportaba – este azogue – a lomos de miles de llamas guiadas por otros tantos indígenas, con gran mortalidad de unos y otras. Al regreso se bajaban los lingotes de plata para ser enviados a España, nuevamente utilizando miles de llamas, muchas de las cuales morían por el camino, debiendo ser reemplazadas por otras que se traían para ese efecto. Las sobrevivientes se utilizaban para transportar una nueva carga de azogue hacia Potosí, donde eran luego sacrificadas porque no podían ya ser utilizadas de nuevo. Uno de los documentos más detallados relativos a Potosí, del año 1603, señala que en cada transporte de la plata que se transportaba a Arica “de los 5 mil “carneros de arriba” (llamas) se ocupan 312 indios a razón de 16 carneros por un indio.” Este mismo documento señala que anualmente se utilizaban 100 mil llamas sólo en Potosí para todos los transportes, animales que no se recuperaban, pues tenían una corta vida útil. El azogue que se transportaba para entonces a Potosí -desde la costa- alcanzaba las 575 toneladas y la plata que se enviaba en sentido contrario, hacia Arica, llegaba a las 250 mil toneladas (recordemos que cada llama puede cargar hasta 30 kilos).

Esto significó la muerte de miles de indígenas y muchas más llamas, causando un gran daño a la población nativa, tanto por la alta mortandad como por ver diezmados sus ganados, siendo la llama un animal tan importante para ellos, no sólo como recurso sino también como parte de su cultura.

Sólo en los trabajos relacionados con las minas de Potosí laboraban 29 mil indígenas, hombres, mujeres y muchachos(as), bajo los sistemas de mitas y mingas (trabajos obligatorios en beneficio de los españoles). Aparte de ellos, había más trabajando en otras minas más alejadas.

También, se debe considerar que para el transporte del mineral se necesitaba disponer de tambos (postas) donde se pudiera descansar y alimentar a los animales y los hombres. Estos tambos en el trayecto Potosí-Arica se distribuían cada 25 a 50 kilómetros, e implicaban que allí debía haber indígenas que produjeran forraje para los animales y alimentos para los caravaneros. La gran necesidad de mano de obra en las minas llevó a reducir el abastecimiento de los tambos, causando graves problemas al transporte, debiendo posteriormente privilegiarse esta tarea en toda esa zona, lo que llevó a los gobernantes españoles a conseguir mano de obra indígena para las minas en otras zonas más alejadas, algunas tan lejanas como el Cusco, según se puede leer en este texto de Juan Gómez de Cortázar, escrito entre 1667 y 1672, y dirigido al Virrey Conde de Lemos:

“Para sacar estos metales de las minas… andan ocupados doce mil indios… estos salen de sus tierras, que son de 150 leguas más y menos, que los de más lejos con los que están cerca del Potosí, se regula unos con otros a cincuenta leguas.

Tardan en llegar uno y dos meses, porque llevan sus mujeres e hijos, su ganadillo y todo cuanto tienen, hasta las ollas y jarros, pues unos con otros se modera que gastará cada indio en el camino veinte pesos ensayados, que monta 240 mil pesos. Estos, como dicho es, llevan su ganado y toda su haciendilla a Potosí y en el año de la mita gastan todo en sustentarse, porque los jornales que les dan son tan cortos que no tienen para los dos meses del año; entre estos hay indios que a su moda llaman ricos, que son de las provincias de Chuquisaca, Pacases, Carangas, Collao, Canas y Cañises [Canas y Canchis, del corregimiento de Cusco] y otros tan pobres que no sacan blanca para el camino… De estos doce mil indios siempre faltan en Potosí –así de huidos como muertos y estropeados de las minas– tres mil indios… Los jueces que envían los corregidores a buscar estos indios, que [estos corregidores] son muchos y con grandes salarios, en que andan toda la vida ocupados, bien gastan y consumen cada año más de veinte mil pesos, demás de los agravios que hacen, que son muchos, cobrando sus salarios de los hermanos o parientes de los huidos y de las pobres indias viudas, madres y hermanas, y otros grandes daños que reciben…

Háse de advertir que estos indios por ser de cédula y forzados son aperreados, azotados y mal pagados y peor tratados que esclavos de galeras, y que los que se alquilan de su voluntad son regalados y no les osan decir una mala palabra, cuanto más azotallos, porque otro día no los tendrían…

… Y con esto me despido de dar otro y descargo mi conciencia. En Potosí, Juan Gómez de Cortázar”

No me extenderé más, aunque resta mucho por decir, porque me parece suficiente para demostrar que la “civilización” que nos trajeron consistía más bien en llevarse toda la riqueza posible, sin importar los costos.

[La imagen muestra una ilustración del transporte de la plata desde Potosí al puerto de Arica. Se puede ver a un indígena intentando convencer a una llama que se levante y siga caminando, para evitar su muerte. Al fondo se observa un tambo y llamas para reemplazar las que mueran por el camino, por efectos del clima, la baja altitud y el sobreesfuerzo. La imagen es absolutamente irreal, porque las llamas no son llamas ni los indígenas son indígenas, pero eso se debe a que fue realizada por un alemán, Theodor de Bry, que jamás estuvo en América y nunca vio una llama, en base a la crónica del Padre Joseph de Acosta].

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