Recorriendo la Placilla de Caracoles
En este recorrido – de Caminantes Del Desierto – no fue sacrificado ningún fósil o vestigio histórico. De igual manera, para avanzar por el lugar, había necesariamente que mirar y por esto, pido disculpas a los intrincados, por si piensan que, con nuestra vista, pudiésemos haber dañado parte del patrimonio.
Viene un enganche y me engancho,
y me voy pa´ Caracoles,
y de allá traigo hartos soles
pa´ remoler con los mauchos.
Han de saber que los inicios primigenios de Antofagasta, Peña Blanca o La Chimba, se debieron a dos hechos muy puntuales que despertaron el interés o la avidez de la gente – hablamos de connacionales y extranjeros – por acceder a estos parajes tan desolados, carentes de todo, pero con el anhelo (el sueño) de dar con la riqueza que le asegurase un grandioso porvenir, aunque según los escritos, muchos encontraron tan solo la muerte.
Hablamos del salitre de Salar del Carmen y la Plata de Caracoles y, como este último derrotero resulta ser muy desconocido y se encuentra en nuestra Región, en Antofagasta-Chile, comuna de Sierra Gorda, que mejor oportunidad para visitar dicho territorio acompañados de algunos de sus descendientes y con varias peticiones (de terceros) por encontrar en dicho lugar, el espacio en donde reposan sus antepasados, cosa muy difícil ya que ninguna de las cruces conserva nombre o marca que indique a quién yace allí, en su sueño eterno.
En Ruta:
200 km al este.
Acceder a la Placilla de Caracoles nunca nos fue fácil, pero en la actualidad nos resulta cada vez más difícil y, con el tiempo, en un futuro muy cercano, podemos asegurar que será casi imposible.
Lo anteriormente expuesto, sobre el acceso, podrá resultar muy positivo en cierto sentido, ya que permitirá su conservación. Aunque la tristeza va por aquellos que valoran el caminar por estas soledades tan llenas de recuerdos.
Pues bien, existían múltiples caminos para llegar a Caracoles, aunque no todos ellos estaban bien demarcados – como se esperase –, pero en la actualidad estos caminos se han ido borrando (o han sido eliminados) y se confunden con las transitadas rutas de la gran minería.
Desde nuestra primera visita, cuando todo era desolación y silencio, hasta ahora, todo ha cambiado. Actualmente, las faenas mineras, establecidas hará no tanto tiempo atrás, se han ampliado enormemente y ya ocupan gran parte del territorio (quizás todo el territorio y no nos hemos dado cuenta de aquello).
La Placilla de Caracoles
En el lugar propiamente tal, Caracoles, lo primero que se percibe es el calor inclemente asociado con un viento intenso y muy cálido que, en su conjunto, nos va deshidratando lentamente.
Como expresó don Benjamín Vicuña Mackenna, llegamos “Al país silencioso de la muerte. Sin agua…sin rumbos, sin horizontes, sin vestigios de ninguna vida orgánica… aquella comarca (era) la imagen tenebrosa del caos”.
Los peligrosos filones se abren por todos los lados de nuestro camino, algunos deben tener más de 100 metros de profundidad. Grandes rajos y mojones son visibles por doquier, mudos vestigios del tiempo pretérito de la fiebre de la plata. Los improvisados refugios de tierra y roca, que albergaron a los habitantes de Caracoles, aún se mantienen en pie, como esperando a sus antiguos moradores. Forma parte del recorrido el observar a los muertos, cuyas tumbas, – cada cierto tiempo – son descubiertas por el agua de las lluvias altiplánicas, haciéndolas formar parte de las penosas comparsas en las que sus fúnebres restos van bajando al llano, dejando desparramada en su camino parte de su tétrica carga.
Para darnos una idea.
Fue tal la afluencia de gente que acudió al mineral de Caracoles, que en poco tiempo su población alcanzó a más de 20.000 habitantes. Un considerable número de carretas, que no bajaría de 1.500, realizaba el tráfico entre Antofagasta y el mineral. La gente vivía allí, al principio, de cualquier manera, la mayor parte en carpas de sacos; pero luego los comerciantes de mayores recursos empezaron a construir casas de madera y calaminas. Fue tal la importancia del comercio que había en el mineral, que dos años después del descubrimiento las existencias de los negocios establecidos se calculaban en más de seis millones de pesos de la época.
En el cementerio principal – uno de los tantos existentes – sobresale una estructura que podríamos llamar “Mausoleo” erigida en honor a los Bomberos del lugar. La historia nos refiere un hecho como parte de su fundación.
En la madrugada del 2 de agosto de 1876 estalló en la Placilla de Caracoles, un voraz incendio que, en pocos minutos, destruyó dos terceras partes del lugar, “dejando en la indigencia a gran parte de la clase trabajadora de este asiento mineral”. Esta situación generó alzamiento de peones inmediatamente, como lo informaba un administrador de minas el 12 de agosto de 1876: “se sabe que los trabajadores del grupo de La Isla se sublevaron, pero el movimiento se sofocó por el comercio, habiendo tres muertos de parte de los asaltantes”; agregaba, más tarde, que los trabajadores se habían declarado en huelga durante varios días y que la causa era que las casas de comercio habían subido el precio de todos sus artículos de una manera extraordinaria.
Este recorrido – fue a mi parecer – uno de los más completos que hemos realizado, ya que cumplimos todos los objetivos siendo el primero de estos, llegar al lugar, luego viene el más importante, que todos retornásemos íntegros y tercero… que lo agendado se cumpliese.
– Visitamos la Placilla
– Accedimos a las quebradas y quebradillas
– Recorrimos los cementerios
– Fuimos a las fosileras (una maravilla)
– Encontramos bastantes vestigios históricos que consideramos relevantes
– Volvimos a una buena hora.
¿Volveremos en alguna próxima ocasión? Y ¿qué será de este lugar?
Tengan la seguridad de que intentaremos volver en un futuro cercano y tenemos algo en muy en claro, nada muere mientras queden las personas e instituciones que mantengan el recuerdo y lo hagan visible a la comunidad. “Visibilizar nuestra historia”, Caracoles no sólo fue yacimientos de plata, sino fue la cuna de Antofagasta, fue el origen de grandes movimientos sociales, inclusive de una idea fallida llamada Archibolia, una república independiente en el desierto del Atacama.
Como siempre hemos dicho. Pueden estar de acuerdo o en desacuerdo con nuestra visión, eso es cosa de hoy, el mañana será de las futuras generaciones y tal vez, reitero, tal vez, estas generaciones miren con decepción la apatía con la que hemos visto y tratado nuestra historia o, por el contrario, y como también hemos sostenido, es posible que esas futuras generaciones no sean mejores que nosotros.
Como corolario:
Ningún fósil sufrió daño alguno.
No hubo intrusión alguna en los sitios donde reposan los muertos (Cementerios).
Todos los vestigios históricos quedaron en el lugar.
Hay faenas mineras que ocupan el territorio. Para acceder a Caracoles (su Placilla) resulta necesario – en la actualidad – informar de la presencia de los visitantes y sus objetivos a la empresa minera que allí se encuentra; el trato es muy cordial, pero se requiere informar de la visita ya que puede resultar muy peligroso (para usted y para terceros) ingresar por los intrincados caminos sin apoyo y/o guía, ya que se cruzan con las faenas y con equipos mineros en operación.
Agradecimientos fraternos a Héctor Díaz y al equipo de trabajo de la Minera (Control) por hacernos más seguro nuestro acceso a Caracoles.
Para saber más
(Un poco más)
Mineral de Caracoles (Memoria Chilena)
https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-92800.html













