Chacabuco en la Penumbra

En los dominios de la noche y de la historia.

“Los aparatos nuevamente se encienden, las luces “verdes” titilan por muy breve tiempo y rápidamente se pierden con el “rojo” intenso del contacto anhelado matizado con el bullicio del indicador de presencias. Con el ruido y las luces afloran las palabras de invocación – Aquí hay alguien o algo – todo el edificio, cruje y se escuchan extraños sonidos, ruidos que emergen de todos los rincones. Las palabras aquellas de. “Quieres hablar con nosotros” “Te molesta nuestra presencia” ya estaban de más, algunos de los asistentes salieron veloces del lugar, otros se aferraban al compañero cual garfio y el sudor – frio – corría por la frente de algunos.

Los llamados continuaban y hubo veces en el que el rojo se iba y en otras volvía con mucha fuerza, hasta que retornó la dignidad y algunos de los nuestros se unieron al coro de preguntas ¿“Tú quieres estar aquí”? ¿“Tú quieres estar aquí”?

Todo cesó de repente volviendo al silencio y la tranquilidad.

Ya pasamos el vendaval.”

En los dominios de la historia y de la noche.

Durante bastante tiempo nos preguntamos sobre cómo reaccionarán nuestros amigos y seguidores al invitarlos a una actividad distinta de lo habitual, a una actividad “Paranormal” o, el solo hecho de hacerlos partícipe, con imágenes y con nuestras vivencias, de una de estas actividades.

A todas luces iba en contraposición con nuestra tarea, aquella que recalcábamos constantemente. Flora, fauna, patrimonio bajo la consigna de “Ciencia Ciudadana” y, si hemos de hablar con franqueza, lo paranormal no encajaba por ningún lado – según este humilde escribano.

Siempre hay una primera vez (como en decía mi abuela)

Pues bien. Nos animamos (Porque había que animarse) y un día sábado 25 de febrero – del dos mil y tanto – abordamos con mucha alegría y con cruces, escapularios, agua bendita, ramitos de olivo y demases, los santiguados vehículos que nos llevarían a nuestro primer recorrido nocturno por las ex oficinas salitreras del cantón central, un recorrido que prometía ser único e inolvidable para nuestra institución y sus integrantes.

¿Dónde vamos?

Vamos en dirección a la historia del salitre en Antofagasta, a la ex oficina Salitrera Chacabuco (Ex oficina Lastenia) que se encuentra localizada en el Cantón Central a 100 km de Antofagasta y tan solo a 10 km de Carmen Alto, la primera oficina salitrera establecida por José Santos Ossa. Todo esto en la comuna de Sierra Gorda.

Los rostros de los participantes denotan alegría y expectación, eso de ver, oír y experimentar nuevas vivencias con entes de otras dimensiones, experiencias totalmente nuevas para nosotros, ahora, hemos tenido experiencias similares en nuestros viajes, pero siempre sin buscarlas, ahora vamos con ese objetivo y debemos mantenernos unidos, calmos y serenos. La palabra que define nuestro viaje es “Asumir” Total, ya estamos embarcados.

Ahora, como amerita y en reconocimiento a los gestores de tal aventura.

Estos fueron unos jóvenes bastante conocidos en nuestro territorio, integrantes de una organización llamada Planeta Oscuro, personas que investigan y buscan una explicación lógica a todos los sucesos paranormales que ocurren en nuestra comuna y región. ¿Como los conocimos? Tuvimos contacto con ellos mediante una entrevista radial por temas históricos y paranormales que ocurrían y aún ocurren en una antigua población de nuestra ciudad, población que fue construida sobre un cementerio. Los pobladores – aunque acostumbrados a los ruidos y otros hechos – siempre buscan el poder librarse de estos sucesos molestos y por aquello llaman a los integrantes de esta organización, para procurar buscar una solución.

Primera parada. Oficina Francisco Puelma (Carmen Alto).

Hemos estado en aquel lugar muchas veces (Siempre de día), cada calle y cada rincón nos resulta familiar, visitamos sus estructuras y respetuosamente su cementerio (Luego nos dirían los integrantes de Planeta Oscuro que no es muy recomendable el visitar esos espacios, tanto de día como de noche) pero ya lo habíamos hecho, la recomendación quedará para una próxima visita.

Ahora sí, el reloj marca las 20:00 hr y enfilamos rumbo a Chacabuco. Miro – de soslayo – por si hay algún signo evidente de arrepentimiento, más, la alegría sigue presente y las bromas se cruzan de lado a lado.

 Llegamos  

Apenas arribamos al lugar vinieron las recomendaciones, son bastantes y todas importantes, Eso de no alejarse del grupo, no fumar, no hacer fuego, callar cuando se nos pidiera (Harto difícil para algunos) al primer atisbo de malestar, informar de inmediato. Al parecer, los de Planeta oscuro han tenido algunas malas experiencias y evitan que se repitan con nuestros integrantes. Recomendación final “vayan a sus espacios, merienden y ya se les llamará para dar las últimas instrucciones”.

El sol cae en las últimas serranías, viene la penumbra y al final la oscuridad.

Ya es de noche, por donde miremos es imposible ver algo, sabemos que allí – en frente – estaba la plaza, pero no se puede ver, caminamos al sitio de reunión, a un enorme galpón que debe haber servido de garaje o para almacenamiento de materiales, el lugar es amplio pero oscuro, alejado del baño, dicen algunos, pero cerca del portón de acceso por si hay que arrancar, dicen otros.

Desde el lugar, en donde nos encontramos, apenas distinguimos las siluetas de los acompañantes, todo es oscuridad y algo que llamaremos silencio, especialmente por aquellos ruidos y/o sonidos que se hacen sentir y que creemos escuchar en la noche.

Vienen nuevas instrucciones. – El grupo saldrá junto, nadie se debe alejar- Comenzaremos muy pronto el recorrido y la primera parada será el teatro de Chacabuco con todos sus pisos.

El encargado del lugar (el guardia) nos muestra una imagen (atesorada en su celular) en donde aparece una señora y tras esta, una figura extraña, dice – dejando caer las palabras muy lentamente – que esta imagen fue sacada en diciembre, en este mismo lugar.

Damos las gracias por aportarnos tranquilidad, miramos a nuestro alrededor si alguno quiere desistir. Es evidente, nadie quiere arrepentirse a estas alturas y debemos esperar al primero en arrancar para que el efecto sea como un castillo de naipes.

Si mi abuela no se rindió carajo, yo tampoco.

Partimos el recorrido.

Avanzamos, algunas linternas nos alumbran el camino por aquel terreno disparejo, cruzamos la plaza, esa misma en donde la señora sacó la fotografía con un ser extraño en sus espaldas, ahí nos damos cuenta de los que sienten algo de temor, esos buscaron el cobijo en el medio del grupo, nunca había visto tanto cariño en las personas, todos tomados de la mano, del brazo o de lo que pillasen cerca, vienen las recomendaciones personales que más parecen amenazas, “No te vayas solo”, “No me dejes atrás”, “Mary cuídame”.  Delante vemos emerger imponente aquel elefante blanco tan esperado, el teatro de Chacabuco, totalmente a oscuras, las puertas abiertas y los sonidos que afloran desde el interior, los crujidos de la madera y de toda la estructura.

Entramos raudos al lugar, enfilamos por en medio de las bancas, nos metimos por pequeños vericuetos bajo el suelo y accedimos a la Tarima principal. Las luces de los investigadores nos esperan, están prendidas, parpadean en verde, es una buena señal.

Apaguen sus luces… Esa fue la orden.

¿Hay alguien aquí que se quiera comunicar? La pregunta se repite y resuena. ¿Hay alguien aquí que se quiera comunicar? Los aparatos detectores – de los investigadores – comienzan a emitir sonidos extraños, las luces cambian del verde calmo al rojo intenso, pero esto dura muy poco, lo suficiente para que no hubiese soponcios o desmayos. Para tranquilidad, de muchos, fue como una falsa alarma y nos vamos soltando.

Con la confianza en aumento, nos vamos a recorrer todos los pisos del teatro, llegando, inclusive, a la terraza en donde se nos dijo que se tenía la mejor vista del poblado. Hemos de tener mucha imaginación, porque no vemos nada en esta oscuridad…

Ahora nos vamos a un sitio que, según la explicación, puede tener algún grado de complejidad, ellos lo llaman el Bunker, un sitio cerrado y extenso que asemeja a una bodega subterránea.

Apenas entramos en el lugar notamos – de inmediato – el olor a encierro y el cambio drástico de temperatura, el calor era muy marcado, como si el sol del desierto se almacenara en este espacio.

El sitio era muy oscuro y amplio, lleno de pilares. Avanzamos todo lo que se nos dijo que debíamos avanzar y cuando llegamos al medio de aquel espacio, vino la orden de apagar todas las luces-

Se prendió la cámara de planeta Oscuro, esa que trae infrarrojo, también un aparato que capta hasta el más débil de los sonidos y esa máquina de luces, que solo tiene dos colores. Verde y rojo, El primero indica que nada hay y el segundo tampoco indica nada.

Durante un buen rato hubo hartos llamados y preguntas… Nada aconteció así que todos fuera. Nos vamos a otro lugar ¿Es probable que los espíritus estuvieran de vacaciones?

Fue grato el salir de ese bunker, volver a sentir el aire puro.

Ahora nos dirigimos al poblado, especialmente al hospital. Los edificios se muestran tétricos con sus ventanas abiertas, daba la impresión que había personas que nos miraban ocultos a nuestro paso. Llegamos, no exentos de dificultades, al hospital, un espacio cerrado que obligaba a marchar en fila. A veces nos deteníamos y quedábamos con nuestra espalda dando justo a los pasadizos y las salas totalmente a oscuras, habíamos llegado al sector de la morgue, en aquel lugar se realizó un nuevo intento de comunicación, debíamos apagar todo lo electrónico y mantenernos en estricto silencio.

Los aparatos nuevamente se encienden, las luces verdes titilan muy brevemente y se pierden rápidamente con el rojo intenso del contacto anhelado matizado con el bullicio del indicador de presencias. Salen las palabras – Aquí hay alguien o algo – todo el edificio, cruje y se escuchan extraños sonidos, ruidos que emergen de todos los rincones. Las palabras aquellas de. “Quieres hablar con nosotros” “Te molesta nuestra presencia” ya estaban de más, algunos de los asistentes salieron veloces del lugar, otros se aferraban al compañero cual garfio y el sudor – frio – corría por la frente de algunos.

Las invocaciones continuaban y hubo veces en el que el rojo se iba y en otras volvía con mucha fuerza, hasta que retornó la dignidad de muchos y algunos de los nuestros se unieron al coro de preguntas ¿“Tú quieres estar aquí”? Todo cesó de repente y volvimos al silencio y la tranquilidad, ya pasamos el vendaval.

Salimos del lugar y se podría pensar que ya nadie querría volver, pero la adrenalina hizo su trabajo y todos queríamos continuar en esta aventura tan única y loca que estábamos viviendo.

De vuelta al campamento a esperar la hora propicia.

Se nos dijo que las 3 a.m. era la mejor hora para lo sobrenatural, vayan por tanto a comer y partiremos de nuevo en la exploración.

Harta agua para tener sudor que perder en el segundo recorrido, a algunos hubo que hacerles transfusión de sudor, lo habían perdido todo en el primer recorrido.

Llegó el minuto de volver a las andanzas y pensamos que muchos no querrían salir nuevamente, que con lo anterior bastaba, error, la mayoría ya estaba dispuesto y en el punto de ruta.

Primer lugar a visitar. La plaza de Chacabuco, llamados insistencias para establecer contacto. Nada ocurrió.

Segundo punto. El teatro. Pensamos que sería tan ameno y simple como la primera vez que entramos. Error, Los jóvenes de Planeta Oscuro nos tenían preparada otra sorpresa. Subimos al segundo piso y nos fuimos al fondo de la galería, en lo más alto. Tengan a bien sentarse, fue la indicación, apaguen las luces y quédense en silencio.

Vinieron nuevamente las preguntas de rigor. No se ve nada, absolutamente nada. Las luces del indicador – en un instante – cambiaron a rojas, pero no se ve nada. Si hay algo o alguien enfrente de nosotros, no lo sabemos. Esto es atemorizante, más agua por favor, que me estoy quedando sin sudor…

Cesan abruptamente los chirridos y los ruidos diversos, nos dicen que bajaremos al proscenio.

Allí, sentados de espaldas a los camarines y de frente a las butacas, nuevamente las luces parpadean, pero ahora son menos vistosas, se quiere establecer comunicación por espacio de media hora y no hay respuesta, nuestras voces se elevan potentes en el lugar, más nada… Mejor no vamos, aún nos queda un último lugar a visitar -El Bunker-.  Al parecer los jóvenes de Planeta Oscuro no solo quieren saber si hay presencias, también quieren comunicación, dejar testimonio de voces del más allá, lo que llaman Psicofonías.

El Bunker. De nuevo este extraño sitio de temperaturas altas.

Preguntamos a los expertos si en alguna ocasión han dejado los equipos grabando por lapsos mayores de tiempo, nos responden que una sola vez y cuando volvieron, los equipos estaban en el suelo y, a muy mal traer, de ahí nunca más lo han intentado.

De nuevo la experiencia con todos los equipos prendidos, las luces apagadas y en total silencio. Van aflorando las preguntas y la respuesta fue inmediata, alguien dijo – de los asistentes – me siento tocada, alguien me ha tocado, las luces titilan abruptamente al rojo de presencia.

Al parecer, hay alguien en ese lugar que solo quiere que nos vayamos.

La pregunta fue clara, “¿Te molesta nuestra presencia?” Se repitió varias veces y la respuesta fue siempre la misma, nada, todo vuelve a la calma.

Lástima que terminó

Para los menos, la salida fue pausada, la curiosidad pudo más que la cautela, otros solo querían salir lo más pronto posible. Aún resta la vuelta al campamento, a descansar las pocas horas que restan de la noche antes de volver a la ciudad y los jóvenes de planeta Oscuro nos dirán -con el transcurrir de los días – si pudieron captar voces, puesto que deben analizar los audios.

Al llegar el día y visitar los mismos lugares que recorrimos durante la noche, nos hizo preguntarnos sobre los desafíos que podemos asumir y en honor o en nombre de qué. ¿Aventura? ¿Osadía? ¿Vencer los miedos? Solo diremos que esta actividad nos sirvió bastante, pues, mientras hagamos actividades conjuntas, en donde todos nosotros tengamos el apoyo del grupo, venceremos todos los obstáculos. Un buen aliciente para el futuro.

Ahora. Sobre esta actividad de carácter paranormal que no es habitual para nuestra institución. Queremos dejarla como parte del patrimonio. Como serían los mitos y las leyendas. Cuantas veces nos hemos detenido para departir una conversación en donde aparecen estas historias que también forman parte del patrimonio, del folclore popular.

De nuestra consideración.

Estuvimos en los dominios del silencio perpetuo, más, estos espacios, llámense Chacabuco, Puelma, Pedro de Valdivia, etc, son parte de un legado y forman parte de nuestra historia regional, podemos mantener vivos estos espacios de maneras diversas y no solo por el lugar, mas bien en reconocimiento a toda su gente, aquella gente que vino de sitios diversos y que hizo grande a nuestra región, a Antofagasta-Chile.

Lo gratuito:

Como nos dijo un centralino encopetado y falto de humildad que nos acompañó en uno de estos recorridos, esos que usan las palabras como corvo y no saben que aquí se usaba el corvo en vez de las palabras.

“Aprovechen cabros, ya llegaremos nosotros y nos haremos cargo del turismo y ustedes desaparecerán”

Ojalá estos gaznápiros respeten, valoren y realcen lo nuestro. Total, nuestro territorio ya está loteado y vendido y no necesariamente a los regionales y volvemos a la antigua cantinela “La Culpa no es del Chancho”

Si vamos perdiendo lo nuestro, nuestra poca identidad, ya sabemos por dónde van las culpas.

Hoy por hoy.

En la actualidad hemos suspendido las actividades nocturnas en la ex oficina salitrera Chacabuco por prohibición de los encargados y por tratar de encontrar un nuevo espacio para realizar dichas caminatas nocturnas. Total, espacios abandonados y aptos los hay por montones en este desierto.

Ya pronto volveremos a nuestras andanzas que no guardan relación con el morbo o la farándula, más bien, por nuestro interés en darle un nuevo sentido al patrimonio olvidado de esta región.

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