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Quebrada Los Cuarzos

(Río Seco, Grieta del Cerro Jarón)

Antofagasta-Chile

Este domingo recién pasado nos internamos por espacios maravillosos, espacios que resultan poco conocidos para la gran mayoría de los antofagastinos, ya que su camino principal sólo llega hasta la gran grieta del Río Seco, brindando toda la atención a los grandes dunales y la pequeña playa del lugar. Más allá  sólo se accede caminando y esto último, el caminar, no está incluido en las actividades habituales de todas las personas (aunque el lugar lo amerite).

Pues bien, nuestro punto de inicio del recorrido fue el borde de Río Seco, De allí había que bordear dicho abismo en dirección sur-este para alcanzar las primeras estribaciones de la cordillera costera e ingresar por la grieta sorteando alguno que otro obstáculo (muros), que darían la tónica a este recorrido y nos mostraban, desde el inicio, cual sería el nivel de dificultad que nos esperaba a lo largo de todo el trayecto.

Al poco avanzar -por el fondo de la quebrada- iban asomando algunas especies de flora, las cuales se encontraban en un evidente estrés hídrico, pero con sus flores abiertas a los polinizadores. Hablamos de Nolana philippiana, Nolana divaricata, Nolana peruviana, Dinemandra ericoides, Tetragonia maritima, Cristaria sp, Heliotropium sp y algunas más.

Más arriba del cauce principal, en los recovecos y curvas de la quebrada, sobre los 300 m.snm, donde el aire de la costa tiene más contacto con las rocas y con las plantas, la vegetación se hace más exuberante, puesto que la más mínima humedad existente se condensa y queda en este medio. Estos lugares han de contener una gran entomofauna, las semillas esparcidas por gran parte del terreno así lo señalan. Es decir, habiendo flores deben existir polinizadores, distintos a los que vemos, minúsculas aladas que más parecen parasitoides que polinizadores.

Al seguir avanzando vamos poniendo atención a las formaciones geológicas, que resultan ser muy interesantes, las rocas van tomando formas diversas, con colores increíbles y sería muy largo de enumerar todo lo que vamos encontrando. Podríamos hablar incluso sobre la data de este territorio (el de su formación) y todos los eventos que han de haber acaecido hasta nuestros días, pero preferimos  adosar un estudio para aquellos que quieran saber un poco más y gusten de todos los detalles.

En algún momento entramos por una tributaria de la quebrada mayor y, recién ahí, algunos se dan cuenta que lo que pasaron era la parte más sencilla del trekking. Ahora se vienen los acarreos, las grandes rocas y los muros que -necesariamente- hay que trepar para seguir avanzando y llegar a la cumbre, estamos en el punto de no retorno y el bailar sobre las rocas (exageración metafórica) nos va agotando, especialmente a aquellos que no tienen una buena condición física (estos son poquitos).

¡Vamos que se puede!

Paso a paso, muro a muro, una grieta de paso contiene una gran roca, que no estaba la vez anterior que visitamos el lugar. Ha habido nuevos derrumbes y eso es algo lógico. Cuarzos, hornblenda, pirita (en gran cantidad). Todo refulge al sol brindando tonos maravillosos, difíciles de captar por una cámara.

Asoma la camanchaca y se viene el viento frío, se va apagando el clamor del cansancio, es el frío el que nos ayuda a sortear los últimos metros, que nos llevan por quebradas transversales a las cumbres. Es tan sólo la primera parte del camino, ahora, cuales Hobbits, a merendar y descansar, que luego se vendrá la bajada. Esa se hará por otro camino, aquel que va por las cumbres del Jarón y del Bolfin, por los 1000 m.snm.

En la cima de uno de los cerros que dan vista a cabo Jara y a la planicie que cae abrupta a la costa, nos tomamos la foto grupal mientras el viento intenta movernos de nuestro apacible sitio. La temperatura cayó a 14 grados y este breve momento de solaz e inamovilidad nos está pasando la cuenta, nos estamos enfriando.

Damos las instrucciones de bajada, aquella que enfatiza que, a la mitad del camino, han de cruzar desde una quebrada a otra justo en el portezuelo que vislumbramos en frente. Todos parten ganosos cual tropel, y me queda la duda de si todos entendieron las instrucciones y no habrá que salir a buscar a alguno por el despoblado.

Falsa mi alarma, todos entendieron y con algunas caídas (leves y jocosas) por el sendero de bajada, llegamos sanos al llano y enfilamos al vehículo que nos esperaba. Siempre nos espera, nunca se va por si pasa una emergencia, el vehículo siempre está ahí.

18:00 hr, todos en casa, todos sanitos, felices y con la satisfacción de haber llegado a una nueva cumbre, tal vez bajita para muchos, pero no es la altura lo que nos motiva, es lo que vamos encontrando y lo que debemos sortear para seguir avanzando por dicho camino. La cumbre es la meta para ciertos deportes, pero nosotros no somos deporte, somos ciencia. He ahí la diferencia.

Recuerden. No caminamos solo por caminar.

Dice la literatura consultada:

En todos los tipos litológicos, que constituyen a este plutón, los minerales principales son plagioclasa, hornblenda, cuarzo, biotita, y feldespato potásico (ortoclasa y microclina). En cantidades subordinadas ocurren esfeno, apatita y minerales opacos. La pliagioclasa, del tipo andesina, exhibe hábito tabular largo, formas euhedrales y carece de zonación. Según su composición química las hornblendas quedan representadas en el diagrama de Leake (1978) en los campos de la hornblenda-edenítica, de la edenita y de la magnesio-hornblenda.

Para saber -algo más- sobre la geología de estos espacios:

Nuevos antecedentes sobre la geología de quebrada el Way, Cerro Bolfin y Cerro Jarón

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